Hoy hace 5 años que participé en un Maratón por primera vez.
Recuerdo como si fuera ayer los nervios de la recogida del dorsal en Anoeta (y alguna lagrimilla ya en ese momento, emocional que es uno), nuestro campo base en el corazón de Donosti con un gran equipo, los minutos previos a salir con lo más granado del mundo maratoniano guipuzcoano y correr, sobre todo correr.
Como no lo había hecho nunca.
Sin corsé ni frenos mentales, con la inocencia de quién conoce a la bicha por primera vez y no se plantea otra cosa que correrla de forma regular hasta el final, de quién no se imagina que también suele gastar una cara dura y poco empática de vez en cuando.
Después vinieron 7 más. Donde encontré muros, alegría, decepciones, ilusiones, aprendizajes, aventuras, retos, compañías pero donde ya nada fue igual.
Porque solo corres de esa forma por primera vez. Más tarde, como en la vida, tu cabeza y tu cuerpo van acumulando piedras en la mochila que te hacen ser más calculador, reservado, en ocasiones, miedoso respecto al monstruo, que no bicha, que tienes delante.
No he vuelto a experimentar corriendo mayor sensación que la que se produce en mi cuerpo y mente preparando y disputando un Maratón. Nada corriendo me motiva más.
Además de la transferencia a la vida personal que supone en forma de habilidades, enganche e ilusión.
Hace unos meses este aniversario hubiera sido ciertamente triste. Apenas podía correr unos kilómetros no sin esfuerzo y tampoco exento de dolor.
Hoy, justo hoy, estos días, estas semanas, empiezo a encontrarme en otro plano.
Vuelvo a confiar en mi. Las molestias van remitiendo y me dejan correr, todavía poco, esas piedras en la mochila me dicen que debo escuchar a mi cuerpo y mente para ir incrementando ligeramente, casi sin notarlo, lo que puedo llegar a correr para ver hasta donde llego.
Llevo unos meses muy buenos, casi cerrando 2016, casi cosiendo la herida con buenas perspectivas para 2017.
Y no os negaré que parte de esta nueva gasolina, se llama Maratón.
Pienso en primavera de 2018, pienso en que sea esa fecha o cualquier otra, volver a correrlo, volveré a correrlos. Y eso me mueve. Tengo claro que los haría, los correría de otra forma pero claro eso es fácil de decir cuando queda mucho para llegar. Puede que ni siquiera lo consiga pero su mera posibilidad me ayudará a salir de esto definitivamente. Estoy convencido.
Eso forma parte de otra historia, en realidad de la misma, la motivación que te hace soñar y esforzarte. Ser feliz corriendo.
Recuerdo como si fuera ayer los nervios de la recogida del dorsal en Anoeta (y alguna lagrimilla ya en ese momento, emocional que es uno), nuestro campo base en el corazón de Donosti con un gran equipo, los minutos previos a salir con lo más granado del mundo maratoniano guipuzcoano y correr, sobre todo correr.
Como no lo había hecho nunca.
Sin corsé ni frenos mentales, con la inocencia de quién conoce a la bicha por primera vez y no se plantea otra cosa que correrla de forma regular hasta el final, de quién no se imagina que también suele gastar una cara dura y poco empática de vez en cuando.
Después vinieron 7 más. Donde encontré muros, alegría, decepciones, ilusiones, aprendizajes, aventuras, retos, compañías pero donde ya nada fue igual.
Porque solo corres de esa forma por primera vez. Más tarde, como en la vida, tu cabeza y tu cuerpo van acumulando piedras en la mochila que te hacen ser más calculador, reservado, en ocasiones, miedoso respecto al monstruo, que no bicha, que tienes delante.
No he vuelto a experimentar corriendo mayor sensación que la que se produce en mi cuerpo y mente preparando y disputando un Maratón. Nada corriendo me motiva más.
Además de la transferencia a la vida personal que supone en forma de habilidades, enganche e ilusión.
Hace unos meses este aniversario hubiera sido ciertamente triste. Apenas podía correr unos kilómetros no sin esfuerzo y tampoco exento de dolor.
Hoy, justo hoy, estos días, estas semanas, empiezo a encontrarme en otro plano.
Vuelvo a confiar en mi. Las molestias van remitiendo y me dejan correr, todavía poco, esas piedras en la mochila me dicen que debo escuchar a mi cuerpo y mente para ir incrementando ligeramente, casi sin notarlo, lo que puedo llegar a correr para ver hasta donde llego.
Llevo unos meses muy buenos, casi cerrando 2016, casi cosiendo la herida con buenas perspectivas para 2017.
Y no os negaré que parte de esta nueva gasolina, se llama Maratón.
Pienso en primavera de 2018, pienso en que sea esa fecha o cualquier otra, volver a correrlo, volveré a correrlos. Y eso me mueve. Tengo claro que los haría, los correría de otra forma pero claro eso es fácil de decir cuando queda mucho para llegar. Puede que ni siquiera lo consiga pero su mera posibilidad me ayudará a salir de esto definitivamente. Estoy convencido.
Eso forma parte de otra historia, en realidad de la misma, la motivación que te hace soñar y esforzarte. Ser feliz corriendo.
3 comentarios:
Ya va quedando menos...y los años van pasando pero aun eres joven asi que seguro que cuando estes bien iras a por marca, ya veras que si.
UN abrazo.
Poco a poco. Siempre hay tiempo para mejorar las marcas. Enhorabuena!
El primer objetivo es seguir corriendo regularmente, el segundo sería correr uno, da igual cómo, lo de las marcas, ¡uf! En serio, ahora mismo, me da igual :)
Gracias a los dos!
Publicar un comentario