Repaso los apuntes que tomé en su día y envidio, como al amor perdido, ése estado de forma que me permitía rodar por un bosque a 3'30'' el kilómetro.
Cuando uno quiere dejar atrás la nostalgia lo que debe hacer es centrarse en su misión actual y en la oportunidad tan linda que tengo entre mis manos: cerrar el bucle, mi último cross antes de la lesión y mi primer cross en mi retorno son el mismo y aunque no pueda ir al mismo ritmo que antaño y ni tan siquiera recuerde exactamente cómo es aquello de calzarse zapas de clavos, subir cuestas, bajarlas a cuchillo, doblar, brincar y sufrir... seguro que disfrutaré como un enano.
Porque el cross es otra cosa, el runner contra la naturaleza en el barro y en el bosque como entrenamiento para rendimientos más elevados posteriores.
El sábado llevaré mi elástica grana con el cisne complutense para rememorar esos lindos años de cross universitario.
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