Es un muchacho de piel oscura, a veces magrebí, otras subsahariano, que llegó a nuestro País, o a cualquier otro de la rica Europa para trabajar. Sin ninguna diferencia respecto a cualquiera de sus compatriotas emigrados.
Bueno, quizás una, la más importante: su fuerza de trabajo son sus piernas. Sin ellas, no hay victorias, dinero para subsistir ni remesas para enviar a casa regularmente.
Si tienes suerte, le verás entrenando duro en el Parque, a cualquier hora, como un profesional, o en la pista dando vueltas hasta marearse.
Si eres aún más afortunado, le contemplarás cada domingo, a una velocidad endiablada, como poesía en movimiento, en cualquier punto de la geografía buscando esa bolsa necesaria para su objetivo.
Su cara es de esfuerzo pero su rostro, sobre todo, arroja el drama del corredor que trota para comer, que compite para sobrevivir.
Somos privilegiados, hemos elegido el dolor aunque el sufrimiento sea opcional.
'The Worker Runner' no tiene elección, su única opción es correr, correr lo más rápido y adelante posible.
Cada día, pienso en él y, ahora, pienso en él diferente.
2 comentarios:
Hola amigo , totalmente de acuerdo , es un fantástico relato y no dice más que la realidad,somos unos privilegiados que hacemos de este gran deporte una forma de sentirnos bien, sin ningún tipo de "presión" de subsistencia, sólo un tipo de presión que cada uno se impone para mejorar su crono , dejarse la piel sabiendo que sino tienes tu día no podrás comer,dormir o simplemente alimentar a tu familia tiene que ser durísimo , estos relatos nos hacen pensar que tenemos mucha suerte de hacer lo que nos gusta sin ningun precio a cambio.
Un abrazo amigo , tienes un gran corazón y siendo así llegarás donde te propongas en la vida.
Arturo
Ya lo creo Darío, nosotros tenemos esa elección, y podemos correr únicamente para disfrutar, sin conocer la cara amarga de todo esto.
Tú lo has dicho, unos privilegiados.
Una brazo
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